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| Progresó, pasó de una bota a otra anunciando con susurros sus intenciones y llegó hasta las de Caminero. |
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| En todo ese lapso, que pareció muy largo y muy corto, el Madrid fue un cuerpo traslúcido, transparente y, tal vez, hipnotizado. |
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| Un espectador, un testigo. |
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| Es decir, que Mariano puede, felizmente, tener aún la oportunidad de seguir adelante con su pasión, aprovechando ese caudal de experiencia enormemente enriquecido por esta dura temporada. |
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| Ha sido y - hoy lo sabemos - sigue siendo, por fortuna, uno de los hombres cruciales para el porvenir del Real Madrid. |
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| Su entereza y su hombría deberían, desde luego, inspirar a muchos. |
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| Para poder darle la bienvenida como se merece cuando regrese al timón. |
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| Esperemos que muy pronto. |
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| Unos cuantos estúpidos confundieron la gimnasia con la magnesia y cortaron la carrera con el pretexto de reivindicar no sé qué. |
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| A largo de las etapas anteriores el asfalto ha estado profusamente herido con letreros alusivos a los últimos conflictos laborales del Estado (Santa Bárbara, Santana Motor, Gillette). |
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| Una forma lícita y pacífica de protesta y de aprovechar la resonancia de la carrera para atraer la atención pública hacia esos lamentables casos de desamparo obrero. |
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| Pero sin hacer peligrar la integridad física de los ciclistas ni interferirse en guerras ajenas que nada pueden solucionar. |
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| Una desagradable anécdota. |
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| Lo mejor de la jornada radicó en la posibilidad a última hora de que llegara una inesperada, explosiva victoria española. |
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| Rominger se llevó la etapa más bonita de lo que llevamos de carrera. |
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| A tal señor, tal honor. |
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| En la jornada que doblaba el ecuador de la prueba, el principio de la cuenta atrás, el suizo ratificó de la forma más rotunda su supremacía. |
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| A partir de ayer, además, y coincidiendo con su cuarto triunfo parcial, es el líder de la regularidad. |
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| Amenaza con ganarlo todo: la general, la montaña, la clasificación por puntos... |
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| La fuerza se le sale por los poros y no la puede contener. |
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| Tony volcó sobre la ruta una categoría que sólo Indurain posee en el ciclismo actual y que esta temporada juega con el misterio. |
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| Zarrabeitia puso la rebeldía, y Delgado la gallardía. |
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| Mikel, amén de fuerte, es temerario por lograr despertar a la bestia de su poderoso letargo, devastador en su bostezo. |
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| Su ataque, sin embargo, no perseguía atentar seriamente contra la dictadura de Rominger, sino distanciar a Zülle. |
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| Sorprendente esa actitud activa en un hombre que está alcanzando en esta Vuelta mucho más de lo que nadie, excepto quizá él, podía presumir. |
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| Muy entero debe de encontrarse para verter sobre el asfalto unas energías a las que deberá apelar en los momentos importantes que aún quedan por desvelar sus rudos secretos (Valdezcaray, Covadonga, Avila y Segovia). |
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| Delgado vive con algo más que dignidad su declive. |
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| De hecho, se han lanzado numerosas conjeturas sin demostración científica alguna, ya que la falta de recubrimiento en los anfibios (lo cual, por otra parte, les hace muy resbaladizos para sus depredadores, faceta de gran utilidad para su supervivencia), y las pieles cubiertas de pelo, lana o cerdas de los mamíferos, muy especializadas y perfeccionadas y sin claros precursores en la carrera evolutiva, hacen la comparación más problemática. |
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| Sea como fuere, lo que está claro es que la piel supone para los animales el principal medio para aislarse del exterior. |
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| Esta cubierta ofrece al individuo protección de muy diversa índole. |
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| Mediante gruesas capas de pelo o lana, plumones compactos o, en su defecto, mantas adiposas, por ejemplo, no sólo le aíslan a la perfección del frío y la humedad, sino que además, le crean una reserva protéica para prevenir la escasez de alimento. |
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| El tigre no busca ser arrogante, sino invisible; el mimetismo o camuflaje es otra importante misión que cumple la piel en numerosas especies de animales que, por alguna razón, precisan pasar desapercibidos. |
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| Esto es así tanto para los depredadores, caso del tigre o el lince, cuyos vistosos dibujos, lejos de buscar la belleza o la arrogancia, les sirven para confundirse entre la fronda mientras acechan a sus víctimas, como para las presas, más necesitadas de este recurso que los anteriores. |
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| Como ejemplo sirva la de la mismísima cebra, de conocido y curioso diseño a base de rayas blancas y negras. |
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| Su atractiva imagen, pese a resultar casi insultante de cerca, se convierte en prácticamente invisible de lejos. |
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| Al igual que la cebra, otros muchos animales consiguen mimetizarse gracias a sus crípticas libreas. |
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| El no va más lo alcanzan aquellos animales que cambian de color al momento o incluso mudan sus pieles o plumas para adecuarse a los tonos cromáticos del entorno, tal como hacen la liebre variable y la perdiz nival, pardas en verano y totalmente blancas en invierno. |
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| Ante estas dificultades, las aves costeras han llegado a un acuerdo. |
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| El macho se hace cargo de la responsabilidad poco onerosa de sacar adelante por sí solo a los precoces polluelos y deja, por tanto, libre a su compañera para abandonar el nido y engordar de nuevo. |
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| La ventaja a corto plazo para el macho es que ella puede producirle otra nidada rápidamente, en el caso de que un depredador destruya la primera. |
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| A largo plazo, si la hembra no termina agotada en una temporada de reproducción, es más probable que sobreviva para la siguiente, y el macho podrá entonces aparearse de nuevo con ella. |
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| Al igual que en las parejas humanas, parece ser que a las aves que han logrado una relación armoniosa gracias a la experiencia les va mejor en la crianza que a los recién casados. |
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| Pero hay un inconveniente que repercute en la generosidad del macho. |
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| Sus intereses y los de su compañera no son necesariamente los mismos: tanto él como ella intentan maximizar la transmisión de sus propios genes. |
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| Una vez que él ha asumido individualmente la responsabilidad paterna, ella puede utilizar su tiempo en lo que le parezca. |
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| Tal vez escoja permanecer disponible para su compañero, en el caso de que se destruya la primera puesta y él pida otra que la sustituya. |
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| Pero también podría elegir buscar otro macho que esté inmediatamente dispuesto para la segunda nidada. |
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| A la larga, ella puede incluso mejorar, siempre que se modere y no muera de agotamiento. |
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| Se dice que un problema de celos provocados por la actitud excesivamente galante hacia su mujer del barón Georges d'Anthes, un realista francés asiduo de los salones de sociedad. |
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| Sus amigos íntimos aseguraron, sin embargo, que en el trasfondo se escondía una intriga política astutamente urdida por los círculos cortesanos, incapaces de comprender el genio de un poeta abierto a las sospechosas ideas de su tiempo. |
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| Aunque el zar Nicolás I intentó resarcir a su viuda con una renta anual de 11.000 rublos y la edición de sus obras completas, entre la rancia nobleza reinaba la complacencia: habían callado para siempre a un poeta - non grato -. |
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| El duelo ha constituido siempre un sistema ruin, pero eficaz para neutralizar a un rival personal o político. |
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| Si, como en el caso de Alejandro Pushkin, se encontraba en juego el honor de la persona, la respuesta era inmediata: se arrojaba el guante y sólo había que concertar fecha y hora, escoger el terreno y las armas, y nombrar los padrinos. |
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| A veces los lances se cerraban con un saldo fatal, pero el ofendido se veía forzado a elegir entre una muerte digna o una posición de escarnio en la sociedad. |
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| Porque, más que patrimonio y hacienda, más que la propia vida, el honor y la honra culminaban la escala de valores del hombre hasta hace poco menos de un siglo. |
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| Gregorio Marañón explica en su ensayo sobre Don Juan que la reacción psicológica específica del varón es el culto del honor, de la honra llevado hasta el máximo sacrificio; si es necesario hasta la venganza y el crimen, que el honor se justifica siempre -. |
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| Los celos, las diferencias políticas o indiscreciones eran razones suficientes; pero también un desplante, una simple descortesía o una mirada que se sospechara ambigua empujaban a personajes como Alejandro Dumas, el duque de Wellington, William Pitt o Espronceda a batirse para lavar una cuenta personal. |
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| El duelo como reparación de ofensas no fue una práctica habitual en el mundo antiguo. |
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| Pero el test más preciso realizado hasta la fecha para verificar el corrimiento gravitacional al rojo tuvo lugar en 1976. |
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| Se trata del Gravitational Red Shift Rocket Experiment, dirigido por dos científicos, Robert Vessot y Martin Lavine, del Observatorio Astrofísico Smithsonian, perteneciente a la Universidad de Harvard. |
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| La idea consistía en lanzar, con un cohete Scout-D, un reloj máser de hidrógeno, por aquel entonces el más exacto del mundo, a 10.000 kilómetros de altura, con objeto de comparar por telemetría su frecuencia de oscilación con la de otro reloj idéntico situado en tierra. |
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| Durante la etapa de aceleración del cohete, los científicos pudieron medir un desfase entre ambas frecuencias, pero este corrimiento se debía a la dilatación del tiempo causada por la velocidad, y no por la gravitación, efecto que por otro lado todavía no se manifestaba por no encontrarse el reloj a una altura suficiente. |
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| Por fin, en el punto más alto de la trayectoria balística del cohete, cuando la velocidad quedó igualada a cero, la frecuencia de oscilación del reloj volante resultó ser más alta que la del reloj situado en tierra. |
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| Tal y como había predicho Einstein, Vessot y Lavine verificaron un corrimiento al azul. |
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| Y la única causa era el campo gravitatorio terrestre. |
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| El desplazamiento medido fue de casi un herzio (una oscilación por segundo) sobre una frecuencia de funcionamiento de 1.420 megaherzios, lo que equivale a cuatro partes sobre 10.000 millones. |
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| Es una tragedia. |
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| Verulam será siempre recordada como la primera localidad sudafricana donde se instaló un campo de refugiados -, dice Rambarum. |
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| Anthoney Mngani tenía 29 años. |
s-170
| Fue de los pocos que intentó hacer frente a los seguidores de Inkatha en Sokombo. |
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| Un balazo lo derribó en el suelo. |
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| - No murió en el acto. |
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| Lo remataron -, explica su tía Cristia. |
s-174
| La familia reposa sobre una manta en el campo de Verulam. |
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| El padre devora el plato de judías que acaban de repartir desde un vehículo municipal. |
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| El hermano mayor tiene la mirada extraviada, perdida. |
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| - Está un poco afectado por todo lo sucedido -, dice con tono exculpatorio su tía. |
s-178
| Los refugiados de Verulam hacen cola para recoger su comida. |
s-179
| A cada residente del campo se le entrega un cupón. |
s-180
| Da derecho a un plato de judías y a un zumo de naranja. |
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| Varias madres cargan a sus bebés a la espalda, sujetos por pañuelos. |
s-182
| Las tiendas del campamento son un mudo testigo de la precipitada huida que debió acaecer en Sokombo. |
s-183
| En muchas tan sólo se encuentra un saco con ropa. |
s-184
| Una familia consiguió acarrear dos sacos de las famosas madumbes. |
s-185
| - No sabíamos si íbamos a poder conseguir algo -, dicen. |
s-186
| - ¡Este vestido - exclama Cristia Mngani con indignación mientras agarra la ropa - es lo único que tengo! |
s-187
| Esos ladrones se llevaron nuestras vacas y ovejas. |
s-188
| La Policía de Kwazulu lo vio todo y no hizo nada. |
s-189
| ¿Por qué? -, se pregunta. |
s-190
| Mientras, en Durban, a poco más de 15 minutos de los - campos de batalla - de los - townships - la vida continúa sin sobresaltos. |
s-191
| Los surfistas disfrutan de las olas en las playas de la ciudad. |
s-192
| Son las cinco de la mañana. |
s-193
| Algunos rezagados abandonan el bar Joe's, uno de los clubes preferidos por la juventud - blanca - del lugar. |
s-194
| Aquí, en el Sur Bronx, no crecía más que la mala hierba. |
s-195
| Hasta que un buen día llegó José Soto y plantó unos cilandrillos. |
s-196
| Y después levantó cuatro paredes de madera y le puso un - silin - (techo) al chiringuito. |
s-197
| Y luego dio una fiesta e invitó a sus amigos. |
s-198
| Y cantaron la - plena -, bailaron la - bomba -, comieron - mondongo - y jugaron al dominó, como si en vez de Nueva York estuvieran en su añorado San Juan. |
s-199
| Así nació el Rincón Criollo, la - casita - con más solera en el barrio con más miseria, el símbolo de la cultura boricua en una ciudad sin raíces que nunca entendió la nostalgia natural del portorriqueño. |
s-200
| Diecisiete años han pasado desde entonces, y las - casitas - (versión caribeña de las casas del pueblo) han ido creciendo espontáneamente en las zonas más lumpen de Nueva York. |