Los compuestos así obtenidos presentan, además de propiedades semiconductoras en ausencia de oxidación externa (- dopado -), una elevada estabilidad térmica que abre un gran campo de estudio de nuevos materiales con propiedades conductoras y semiconductoras.
Recientemente, J. Simons ha descrito un procedimiento alternativo para conseguir una disposición de macrociclos de ftalocianinas en apilamientos sin necesidad de ligandos puente.
Consiste en la presencia de largas cadenas hidrocarbonadas en posiciones periféricas del macrociclo, lo que conduce a la formación de mesofases discóticas y al apilamiento de los macrociclos.
Algunos de los metalomacrociclos anteriormente descritos han encontrado ya aplicaciones prácticas: su adición a los - films - de materiales plásticos les confiere la suficiente conductividad para evitar que se carguen eléctricamente, evitando los serios problemas técnicos que ello conlleva.
Sin embargo, la búsqueda de conductores orgánicos no se desarrolló hasta el descubrimiento del potente aceptor de electrones tetraciano-p-quinodima (TCNQ) en 1960 y el potente dador electrónico tetratiafulvaleno (TTF) en 1970, lo que condujo en 1973 a su combinación para formar el complejo n-molecular dadoraceptor (TTF-TCNQ) (fig. 3), con una conductividad semejante a los metales (véase la tabla 1).
Este descubrimiento clave fue origen de un gran esfuerzo investigador, que provocó la búsqueda de nuevos complejos orgánicos de transferencia de carga (CTC) que pudieran igualar o incluso mejorar al TCNQ-TTF.